Los duendes y el zapatero
Érase una vez, en un pequeño y acogedor pueblo, un amable zapatero llamado Sr. Zapatero y su alegre esposa, la Sra. Zapatero. Tenían una pequeña tienda llena de herramientas para el cuero y el calzado, pero, por desgracia, eran muy pobres. Al Sr. Zapatero sólo le quedaba cuero para hacer un último par de zapatos.
Esa noche, el Sr. Zapatero cortó su cuero y lo tendió, listo para convertirlo en zapatos al día siguiente. Cansado, se fue a la cama, preguntándose qué le depararía el día siguiente.
¿Pero adivina qué? A la mañana siguiente, cuando el sol se asomó por las ventanas, nos esperaba una sorpresa mágica. Allí, sobre el banco de trabajo, estaba el par de zapatos más espléndido, cosidos a la perfección y pulidos hasta dejarlos brillantes. El Sr. Zapatero estaba asombrado. ¿Quién habrá hecho estos maravillosos zapatos?
Los zapatos estaban tan bien hechos que un cliente los compró inmediatamente, dando dinero suficiente para comprar cuero para otros dos pares de zapatos.
A la mañana siguiente, ¡otra sorpresa! Otros dos pares de fantásticos zapatos estaban listos y esperando. Esto sucedió noche tras noche, y pronto, la noticia de estos increíbles zapatos se extendió por todo el pueblo, ¡haciendo de la tienda del Sr. y la Sra. Zapatero la más popular de los alrededores!
Curiosos por saber quién les estaba ayudando, el Sr. y la Sra. Zapatero decidieron esconderse y vigilar la tienda una noche. Cuando el reloj marcó la medianoche, entraron dos pequeños y alegres duendes. Trabajaban con rapidez y destreza, sus deditos volaban sobre el cuero.
Los Cobblers estaban llenos de gratitud. Querían dar las gracias a los elfos. Así que la Sra. Cobbler cosió ropa elegante y diminuta, y el Sr. Cobbler hizo zapatos diminutos y cómodos sólo para los elfos.
Esa noche, en lugar de cuero, dejaron los regalos para los elfos. Cuando los elfos entraron y vieron los regalos, ¡sus ojos brillaron de alegría! Se vistieron con su ropa nueva y bailaron por la tienda, más felices que nunca.
Después de aquella noche mágica, los duendes no volvieron, pero el señor y la señora Cobbler nunca olvidaron su amabilidad. Su tienda siguió prosperando y vivieron felices para siempre, acordándose siempre de ayudar a los demás como ellos habían sido ayudados.
Moraleja: La bondad es la mayor riqueza; cuando ayudas a los demás, ¡pueden ocurrir cosas mágicas!