La pequeña cerillera
En una fría Nochevieja, en una bulliciosa ciudad cubierta de nieve, había una niña de ojos grandes y esperanzados vendiendo cerillas. Vagaba por las calles, con los pies fríos y el corazón deseando que alguien le comprara cerillas, pero la gente atareada pasaba de ella.
Cuando la noche se hizo más fría y las estrellas centellearon en lo alto, la niña, demasiado asustada para volver a casa sin vender cerillas, encendió una para mantenerse caliente. «¡Fizzz!» La cerilla se encendió y, a su brillante luz, tuvo la visión de una acogedora chimenea. Sintió un poco de calor y sonrió.
Encendió otra cerilla, y ¡oh! Vio un gran festín con deliciosos manjares. Su barriga gruñó, pero sus ojos brillaron de alegría. Cada cerilla que encendía le traía una visión mágica: un árbol de Navidad con luces centelleantes, y luego su querida abuela, amable y sonriente.
Con cada partido, el corazón de la niña se llenaba de alegría y calor. Se imaginaba celebrando el Año Nuevo con amor y risas, rodeada de confort y cuidados.
Al despuntar la primera mañana del Año Nuevo, la niña se encontró con una suave sonrisa, sus sueños la llevaban a un lugar donde ya no tenía frío ni hambre. La gente dice que se reunió con su abuela en una tierra de eterno calor y felicidad, donde cada Año Nuevo es alegre y brillante.
Moraleja: Incluso en tiempos difíciles, la esperanza y el amor pueden darnos calor y luz.