La noche antes de Navidad
Érase una vez, en una acogedora Nochebuena, todos los niños estaban metidos en sus camas, soñando con copos de nieve y dulces. La casa estaba en silencio, ¡tan en silencio que ni siquiera se movía un ratoncito!
Fuera, la nieve caía suavemente, cubriendo el mundo con un manto blanco. La luna brillaba, proyectando un resplandor mágico sobre todo.
De repente, se oyó un sonido, suave y distante al principio. Cada vez se oía más fuerte: ¡era el sonido de campanillas tintineantes! Los niños, acurrucados en sus camas, abrieron los ojos con asombro. Se asomaron a las ventanas y vieron un espectáculo magnífico: un trineo rojo y brillante volando por el cielo iluminado por la luna, tirado por ocho espléndidos renos.
En el trineo viajaba un alegre anciano de esponjosa barba blanca y traje rojo brillante. ¡Era Papá Noel! Aterrizó con su trineo en el tejado con un suave golpe. Los niños oyeron el golpeteo de sus botas y el tintineo de su cinturón mientras bajaba por la chimenea.
En un abrir y cerrar de ojos, Papá Noel llenó los calcetines de juguetes y golosinas. Sus ojos brillaban de alegría y su risa era como el alegre tañido de las campanas de Navidad. Antes de que los niños pudieran pestañear, Papá Noel había vuelto a la chimenea para repartir más alegría entre los niños de todo el mundo.
Cuando el trineo desapareció en la noche, los niños oyeron la alegre voz de Papá Noel: «¡Feliz Navidad a todos, y a todos buenas noches!».
A la mañana siguiente, los niños se despertaron y encontraron sus calcetines llenos de sorpresas. Sabían que la magia de la Navidad era real y que la bondad y la alegría habían llenado su hogar.
Moraleja: La magia de la Navidad vive en la alegría que compartimos con nuestros corazones.