El lobo y los siete cabritillos
En una acogedora casa cerca de un bosque susurrante, vivía una bondadosa madre cabra con sus siete cabritos juguetones. Un día soleado, la madre necesitaba ir a buscar comida y advirtió a sus hijos: «¡Cuidado con el lobo astuto de voz ronca y patas oscuras!». Asintieron con valentía.
Nada más salir, sonó un golpe. «¡Abran, pequeños, es mamá!» Pero los niños, listos y despiertos, reconocieron la áspera voz del lobo. «¡Buen intento, Sr. Lobo, pero nuestra madre canta dulcemente!»
Frustrado, el lobo engulló tiza para suavizar su voz y regresó. Esta vez, engañó a los niños con su voz suave, pero sus patas negras volvieron a delatarlo. «¡Ni hablar, tus patas son demasiado oscuras!», gritaron.
El lobo, astuto e implacable, engañó a un panadero y a un molinero para disimular sus patas. En su tercer intento, con voz suave y patas blancas, engañó a los niños para que le abrieran la puerta. ¡Oh, no!
Los niños se dispersaron, escondiéndose por todas partes: debajo de la mesa, en la cama, ¡incluso en la caja del reloj! Pero el lobo fue rápido y encontró a todos menos al más pequeño, que estaba hábilmente escondido.
Cuando la Madre Cabra regresó, quedó sorprendida por el caos. Sólo salió el más pequeño, que contó la historia de las artimañas del lobo. Con lágrimas y determinación, salieron en busca del lobo.
En el prado, lo encontraron, roncando bajo un árbol. Madre Cabra notó que algo se agitaba en su vientre. «¿Podrían mis pequeños estar todavía allí?» Con un rápido tijeretazo, abrió el vientre del lobo y sus seis hijos salieron ilesos.
Juntos, llenaron de piedras al lobo dormido y lo cosieron. Cuando el lobo despertó, sediento y pesado, tropezó con un arroyo. Pero las piedras lo arrastraron hasta el agua, y nunca más se le volvió a ver.
Las siete cabritas bailaron alrededor de su madre, gritando: «¡Se ha ido el lobo! Estamos sanos y salvos». Se abrazaron, con el corazón lleno de alegría y coraje.
Moraleja: Sé siempre precavido e inteligente, sobre todo cuando trates con desconocidos.